A ver, seamos realistas: todos llevamos el móvil encima 24/7. Y nada peor que estar en clase, sonar un teléfono, y cinco personas sacan el suyo porque tienen el mismo tono predeterminado. Caos total.
Tener un tono de llamada personalizado es como llevar tu estilo en el bolsillo. ¿Te mola el reggaetón, los memes, los sonidos raros o las frases de tu serie favorita? ¡Ponlo de tono! Así nadie se va a confundir, y encima muestras un poco de tu personalidad.
Además, es útil. Si estás en la biblioteca y suena “La cucaracha” a todo volumen, ya sabemos quién fue (sí, tú). Y si lo pones gracioso, puedes sacarle una sonrisa a más de uno, incluso al profe (bueno, depende del profe).
También sirve como excusa para no contestar: “Uy, pensé que era parte de la canción del compa de atrás, no mi cel”. Clásico.
En resumen: tener tu propio tono es identidad, humor y supervivencia universitaria. Hazlo por ti. Hazlo por la banda. Hazlo para no volverte loco con el tono default de siempre.